Paz en el Medio Oriente? Por Leonardo Conde

El actual cese al fuego en el conflicto Árabe-Israelí es delicado y una eventual paz duradera se antoja improbable sin un compromiso absoluto entre las partes hacia el reconocimiento inequívoco del derecho a existir del otro. La "solución de los dos Estados" es la condición sine qua non para frenar el brutal derramamiento de sangre que ha existido durante décadas en Levante.
Viendo el actual proceso de cese al fuego y la esperanza por la paz en relación con los estilos de negociación, se puede ver que tanto Hamas como el gobierno de Israel tienen un estilo “competitivo” donde ambos buscan maximizar su beneficio mediante el aseguramiento de sus intereses a costa de los del otro, y vulnerando la relación, como si se tratase de un juego de “suma cero”.
Por un lado, Hamas (como partido político con brazo armado, proveedor de servicios públicos y gobernante democráticamente legítimo de Gaza) tiene los intereses a corto plazo de lograr el fin del bloqueo israelí a Gaza y el retiro de las tropas de ocupación; Los intereses a mediano plazo de lograr aumentar su dominio político del pueblo palestino y adquirir apoyo internacional; Finalmente tiene el interés a largo plazo de que Israel deje de existir.
Por el otro lado, Israel busca en el corto plazo eliminar el lanzamiento de cohetes en contra de su territorio y terminar el tráfico de armas; en el mediano plazo desea suprimir la capacidad de gobierno de Hamas, sustituyéndolo por el corrupto e ineficiente Al Fatha de Abbas; mientras que sus intereses a largo plazo son el asegurar, mediante políticas beligerantes, su capacidad de disuasión ante los actores que identifica como amenazas para su seguridad nacional como Hizbulla, Hamas o Irán.
En este esquema, dado que de ninguna manera se puede pensar en el fin de alguna de las partes, tanto los palestinos como los israelíes deben aceptar que tienen y una relación de coexistencia permanente, por lo que es un error sustentarla en la violencia en aras de asegurar sus intereses. Por lo tanto es necesario que adopten una postura negociadora donde ambas partes cedan en puntos clave como el fin de los asentamientos judíos en territorios palestinos, eliminación del bloqueo militar a Gaza, liberación de presos y secuestrados, fin de atentados terroristas, y sobre todo que acepten el derecho inalienable a existir de ambas partes.
Finalmente, hay que mencionar que el resultado de las recientes elecciones, dada la diferencia por un escaño en el Knesset entre el partido Kadima y el Likud, le otorgó a Netanyahu el puesto de primer ministro gracias al apoyo de la ultraderecha. Si bien éste le ha ofrecido participación en la coalición de gobierno a Livni y su partido, Netanyahu no ha aceptado la base diplomática del proceso de Annapolis. Por otro lado, si el partido Yisrael Beitenu de Lieberman se llegara a convertir en la bisagra política de la derecha, se podría dar una mayor presión hacia un impulso aún más beligerante en contra de Palestina, lo cual sólo afectaría negativamente a la ya de por sí precaria situación.
Por lo tanto, a menos que la nueva administración de Obama intervenga directamente y trabaje conjuntamente con ambas partes, impulsando un estilo de negociación diferente, donde los implicados cedan protegiendo la relación y obligando a que se modifiquen o eliminen ciertos intereses, el actual proceso de paz sólo significará un capítulo más donde la violencia y el derramamiento de sangre de inocentes seguirán siendo parte del statu quo de Medio Oriente.
Por Leonardo Conde, participante en el Taller Sabatino de Negociación Para Funcionarios Publicos, INACIPE